Menudo mes nos ha caído encima con este Septiembre. Tal es así que nos vemos obligados a hablar en bloque de tres conciertos recientes en los que hemos estado. La gente ha vuelto con fuerza de las vacaciones y nos llenan la agenda. Pero sarna con gusto no pica, y Madrid es estos días un hervidero de pequeños conciertos de bandas poco o nada conocidas, zonas de ebullición a las que hay que estar atento, porque son el caladero, la arena donde se foguean chavales jóvenes en busca de oportunidades en una época demasiado jodida, y a veces te encuentras con que merece la pena ver gente con tantas ganas, porque si tienen un denominador común es este, pasión por lo que hacen.

Rubick

Muy majetes los chicos de Rubick, que al término del concierto nos firmaron su último EP.

Fue el 1 de septiembre en la sala Costello. Lo sé, vamos con retraso, pero no ha habido forma de hablar de ello antes. Nuestros valencianos favoritos, de los que ya dimos fe en el pasado BBKLive, dieron un concierto que, al menos a mí, me sorprendió mucho. Viendo las estrecheces de la sala me temía lo peor en cuanto al sonido y, sobre todo, en lo complicado que les iba a resultar a seis tipos tocar en un escenario en el que Falete difícilmente bailaría un chotis. Y sin embargo sonaron tan bien como lo hicieron en un escenario grande como el que tuvieron en Bilbao, y se adaptaron divinamente a las circunstancias espaciales. Les vimos más cercanos, abrigados por su gente y arremolinando a unos cuantos madrileños que se dejaron caer. Lo hicieron tan bien como ya sabemos que lo hacen, presentaron algún tema nuevo y nos dejaron con la misma cara de ilusión por lo que pueda deparar el futuro. Algo que si me resultó novedoso fue una faceta que no ví en Bilbao ni he apreciado aún en sus grabaciones: hubo un momento, de esos en los que se prolongan riffs y punteos intermedios para alargar un tema, en que la cosa parecía que se iba a meter en la psicodelia más rockera, no lo hizo definitivamente, pero mostró que Rubick también pueden ponerse más sixties que nineties si les apetece.

Cracktus

Saltamos al pasado viernes 7. La sala Rock Palace celebraba de mano de Delia Records un doble concierto para promocionar a dos de sus bandas. Y la primera fue Cracktus, un cuarteto al que no había escuchado y que me dejó bastante boquiabierto, puesto que a la insultante juventud que aparentan (no les he pedido el D.N.I.) hay que contraponer un sonido demasiado maduro para las dichosas apariencias. Y cuando digo maduro quiero decir que se les ve en la cara que lo han trabajado, que suenan a lo que quieren sonar y que se lo toman muy en serio. Al menos eso transmiten. Su propuesta, un rock que viaja de forma muy evidente entre los sesenta y los noventa, de la psicodelia clásica al britpop menos comercial pero más turbio y feroz, y con un ojo puesto en el grunge estadounidense. En cuanto encuentre un rato habrá que oir algo de lo que tienen en estudio, para paladear mejor el buen recuerdo que me dejaron. Eso sí, como es habitual cuando el repertorio es aún escaso, cayeron algunas versiones, entre ellas el Polly de Nirvana y el icono de los Kinks You Really Got Me. Ojo a la calidad de voz del chaval que además se ocupa de los teclados. De lo que si me he enterado es que ganaron el festival Wolfest de este año.

The Bärds

Eran la excusa para ir a este concierto, puesto que ya habíamos hablado de ellos por aquí y teníamos ganas de comprobar en directo si lo que suponíamos era cierto. Y no nos defraudaron. Son unos gamberros. Se comportan en el escenario como lo que aparentaban. Curiosamente todo el sarao se concentra en (su) lado derecho del escenario, donde los hermanos Naval la lían parda junto a Luis Guerrero. Mayor seriedad, como controlando todo, pero sin perder la sonrisa, al otro lado, donde se arrebuñaban la segunda guitarra y el bajo. Sonaron bien e incluso más contundentes que en estudio. Por desgracia la voz de Carlos no siempre era claramente audible y debería controlar mejor si no quiere destrozársela, pero en actitud no hay cristo que le gane, y es que al final, una buena parte de todo esto consiste en divertir y divertirse, y en esto los Bärds cumplieron con creces. Se quedó corta la actuación. No sé cuanta juerga habrá en Huesca, pero estos seis se han bebido la mitad de ella.

Así que ya sabéis, acudid a las salas pequeñas, fisgad en el circuito alternativo. Hay mucha diversión y gente con ganas de ofrecer cosas interesantes por ahí que se salen de la norma.

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